Según la LOMCE, en el preámbulo II, "la
realidad familiar en general, y en particular en el ámbito de su
relación con la educación, está experimentando profundos cambios. Son
necesarios canales y hábitos que nos permitan restaurar el equilibrio y
la fortaleza entre alumnos y alumnas, familias y escuelas. Las familias
son las primeras responsables de la educación de sus hijos y por ello el
sistema educativo tiene que contar con la familia y contar con sus
decisiones".
Si
bien la formulación teórica está expresada de manera impecable, la
realidad de la LOMCE deja mucho que desear en este aspecto en cuanto que
han sido cercenadas las competencias de los Consejos Escolares, pasando
de ser órganos de decisión en los centros a ser órganos meramente
consultivos ya que toda la capacidad decisoria es, como antaño,
competencia del director o directora. De esta manera, el carácter
democrático en la escuela ha desaparecido siendo sustituido por el
jerárquico, tan en consonancia con los recortes, no solo económicos sino
también en derechos, establecidos por los últimos gobiernos.
De
todas formas, para que la participación sea una realidad será necesario
que familias, profesorado y alumnado quieran participar, sepan cómo
hacerlo y tengan la posibilidad de participar. Es comúnmente aceptado
que las ventajas de una colaboración familia-escuela son evidentes y
necesarias para lograr los altos estándares exigidos en una sociedad
exigente como la que tenemos. Pero para ello sería necesaria una
configuración democrática y participativa de la sociedad y una
redefinición de los roles. No basta con una presencia de las familias en
los órganos de gobierno de los centros educativos, lo esencial es una
implicación activa de las mismas en todos los aspectos del desarrollo
social, emocional y académico de sus hijos.
Como
en cualquier ámbito, no faltan obstáculos para que esa formulación
teórica de la LOMCE sea algo más que eso. En primer lugar, el
profesorado siempre ha visto con reticencia esa participación más allá
de la organización de fiestas y eventos pues una gran parte del mismo,
escudándose en el profesionalismo, lo consideran como una injerencia en
su trabajo. También es opinión mayoritaria entre el profesorado que las
familias se desentienden de la participación relegando todo el proceso
educativo de sus hijos en la escuela, recayendo
más este comportamiento en las familias de los alumnos más necesitados o
disruptivos. Esta circunstancia es asimismo causa de desmoralización
por parte de un profesorado que se siente impotente para asumir
aisladamente la tarea educadora.
Respecto a las familias, hay
que tener en cuenta que los horarios laborales en España no facilitan la
tarea educadora ya que son mayoría los padres y madres que no disponen
de tiempo para participar en los centros. Por otra parte, las familias
no son un colectivo homogéneo por lo que en cualquier sistema se detecta
la participación diferencial de las familias en función del origen
social y la situación económica, y por supuesto de la etnia, siendo
habitual una menor implicación de las familias entre los colectivos más
desfavorecidos.
Es obvio que para el alumnado la
participación de los padres y madres en su proceso escolar es fuente de
motivación y de receptividad ya que ayuda a que la familia conozca
mejor a los estudiantes al tener información de sus actitudes y
comportamiento fuera del marco familiar; del mismo modo, contribuye a la
mejora de su formación al crearse un clima de confianza y de
colaboración.
Termino esta actividad
aportando algunas propuestas para promover el interés de alumnado,
profesorado y madres y padres, propuestas que obviamente no son
novedosas pero sí innovadoras ya que no son de implantación general pues
aún predomina la docencia tradicional con clases magistrales.
Al igual que "se hace camino al andar" (A.
Machado), a participar se aprende participando y son los profesores y
profesoras quienes tienen que enseñar a las familias a hacerlo, no
limitarse a informar sino ofrecer a las madres y padres verdaderas
oportunidades de participar.
Los grupos interactivos están
dando muy buenos resultados al complementar y enriquecer actividades y
contenidos curriculares; en ellos, cada alumno es responsable del resto
de sus compañeros, existiendo una responsabilidad individual y grupal al
mismo tiempo. La participación de padres y madres voluntarios produce
un mayor nivel de atención y de implicación por parte de los alumnos y
alumnas fortaleciendo también la relación entre las familias y el
profesorado.
Talleres en los que
padres y/o madres enseñen a alumnos: deportes, artes, artesanía,
manualidades, lenguas extranjeras, etc. y otros en los que sean los
alumnos quienes lleven a cabo esas enseñanzas a madres y padres:
nociones básicas de informática, ajedrez, papiroflexia, etc.
En suma, actividades enriquecedoras que faciliten la participación escolar.
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